jueves, noviembre 3

Ires y Venires

Siempre que despierto o me acuesto, siento el inexorable paso del "tiempo", se fue un día mas u otro día comienza.
Vidrio, metal, cuero en un aparato de algún derivado del plástico nos tiene atrapados. Si, porque medimos eso que llamamos "tiempo" con estas maquinitas. Es necesario hacerlo o te quedaste fuera, no podrás ser parte de este sistema. Solo que, el costo es la agobiante sensación de haber gastado mis horas impunemente.
Me pregunto, como puedo gastar algo que no existe, no será que, el único gasto está en las neuronas de mi cerebro al vivir de este modo, creyendo que mido el ir e venir del planeta alrededor del Sol, luego lo controlo de algún modo, y si lo mido y controlo, tengo el control de mi entorno, mi vida y mi quehacer por lo tanto de mi mismo. Que maravilloso. Todo lo esencial de la vida lo tengo, claro, preciso y de la manera correcta. Estoy absolutamente aterrizado, con las riendas de mi vida bien firmes y voy por el camino correcto, según toda la sociedad me lo hace notar.
Antoine de Saint-Exupéry está equivocado, rotundamente errado; todo lo esencial, si es visible a los ojos. Lo que afirma en su libro "El Principito", "Lo esencial es invisible a los ojos", en nuestro mundo de hoy no es así. Todo está bajo control, por supuesto todo lo importante, mi reunión, la cita de negocios, mi meta de producción para el día, el depósito en la tarjeta, etc. Mis congéneres de esta sociedad, al igual que yo, se ufanan de estar en las mismas condiciones, todo medido, todo controlado, muy alertas a estas cosas que son lo verdaderamente importante en la vida.
Pero hay algo que me tiene intranquilo, cuantos pueden decir ¿que ropa llevaba hoy esa persona que queremos? ¿Cómo era su sonrisa? ¿Cómo se veía el sol al amanecer tras la montaña? ¿Nos hemos percatado que ha llegando la primavera, porque hay algunos árboles flores en sus ramas? ¿Acaso fue mi primer pensamiento al despertar, en que tibio y agradable estaría el día? ¿Cómo fue mi saludo al llegar al trabajo? con una sonrisa, un balbuceo (apuesto a que fue así) o no saludé, solo hice un gesto.
Por esto puedo decir con certeza que, lo esencial continúa siendo invisible a los ojos, nuestras sensaciones respecto de lo que nos rodea cada vez las anulamos más y más, tal vez porque estas no se pueden medir con maquinitas, no tienen horas, minutos, segundos, es decir, no tienen "tiempo", no se controlan. Si porque, aunque no las queramos asimilar, para no desviarnos de este "mundo real", este de las responsabilidades, el trabajo, los tiempos para almorzar, reunirnos, etc., brotan de igual manera, y eso, es lo que nos hace seguir con nuestro mundillo inventado de falsa trascendencia.
Me encanta el postre de arroz con leche, así es que, iré a disfrutar de uno, mirando hacia la cálida noche de Santiago de Chile, que esta vez, no fue capaz de atraparme en su vorágine sin sentido. En la reunión se quedaron estupefactos porque estuve felizmente sereno, por haberme dado un tiempo para lo esencial, eso que se ve con el corazón y se siente con el alma, el ir y venir de la vida en si misma, el don que se nos da y muestra a raudales, este don que percibimos siempre, pero que sistemática y tontamente nos negamos a sentir.- Dejé de ser ese bichito que nace en la mañana y muere al atardecer sin saber el significado de la palabra noche.