jueves, agosto 30

Víspera de Primavera

Imagen del sitio público:
El primer día de calor en la ciudad, augurio de la deseada primavera. El metro está abarrotado, como siempre, y esta aglomeración nos hipnotiza para ponernos huraños y molestos con nosotros mismos y los demás.
Un estudiante escucha música en su reproductor, totalmente desentendido del entorno y sonríe para si, observando la pantalla de su celular, la que levanta un poco mas de lo normal para apreciar mejor la fotografía de una chica sonriente, cuyo rostro está bañado por su risa limpia y enamorada.
A su lado una señora, al parecer una ejecutiva, está molesta con su secretaria que la acompaña, pues esta olvidó enviar un correo importante y disimuladamente la interpela en duros términos, mientras otros pasajeros se golpean unos a otros con bolsas, maletines y mochilas sin pedirse disculpas solo mirándose con una agresividad inentendible, que da, más que nada, tristeza. Todos están apurados, signo, al parecer, de ser alguien importante y, por supuesto, muy ocupado.
Un celular repica y después de algunos codazos y miradas de molestia y prepotencia, un hombre responde de malas ganas por una fracción de minutos, finalizando la conversación con un: “después lo hablamos en casa, no seas tan bruja”, sonriéndole a una mujer joven que va a su lado, como si fuese un galán de cuarta (de echo lo es, a pesar de su ropa cara y costoso móvil), obteniendo un sutil desaire por parte de ella.
El tren se detiene y varios bajamos, entre ellos el muchacho del I-Pod, que es avasallado por la turba neurasténica, mientras todos subimos hasta el área de salida. Observo su rostro que aún mantiene esa sonrisa de gusto indescriptible, totalmente ajeno a la amargura del medio ambiente, cuando se me viene a la mente una frase del célebre escritor Gabriel García Márquez, que refleja muy bien la actitud del chico:
te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo”.
Cuando levanté la vista, vi a la chica de la fotografía, que lo toma de las manos y ambos se sonríen, coronando el encuentro con un beso sutil.
Sin duda el amor nos cambia, pero insistimos en esconderlo y no permitimos que aflore, aunque estemos en vísperas de primavera, olvidándonos también que la propia naturaleza nos recuerda que es lo realmente vital e importante, renacer tener esperanza y valorar lo que ya tenemos, es decir, nosotros mismos.
Los dos chicos caminan abrazados compartiendo los audífonos, su música y su amor, se ven invencibles y llenos de luz.