sábado, diciembre 24

Para los que no estarán en casa en esta Navidad

Imágen del sitio público:
http://www.gigepath.com/Graphics/images/
night_highway_streaky_cars.jpg
Los silencios como la soledad, se dan sin uno planificarlo o siquiera desearlo. Desde hace días que he estado sin nada en mi cabeza y con todo a la vez. Miles de ideas, alegres algunas, tristes otras y rabiosas también algunas de ellas, han ido y venido, pero no se han quedado. Supongo que ha de ser por las fechas que se están celebrando en este mes, especialmente la navidad, el “espíritu de navidad”, el “sentimiento de navidad” y todo eso de lo que se habla tanto por estas fechas, porque no hay lugar ni medio por el cual no se hable de esto, como el único y verdadero “sentido de la navidad”. Extraña y no menos interesante concepción de la navidad. Por un momento decidí hacer caso omiso de lo que yo siento al respecto y me he dedicado a observar en mi ciudad que es lo que sucede con al navidad. La cosas en estos días han sido iguales que en todas las grandes ciudades, un montón de personas apuradas, histéricas y de mal humor, más de lo normal a mi parecer. En medio de toda esta vorágine de adultos, han aparecido unas personitas pequeñas de miradas limpias y llenas de curiosidad y candidez, colgando del brazo de algún padre o madre, relegado al asiento trasero del automóvil, pegados a la ventana del auto bus o del tren, rogando por no ir tan rápido y solazarse, como solo ellos saben hacerlo, frente a un juguete o a la imagen de un nacimiento.Es hermoso verlos identificarse con el niño del pesebre, el único problema, es que, hay un personaje que les llama la atención y los confunde, Papá Noel, Santa o Viejito Pascuero como decimos en Chile, básicamente porque se repiten en todos lados, piden dinero o en realidad no son como ellos lo imaginan. Pero aún así olvidados por sus propios progenitores, pues esta época del año es de ellos, tocan el cielo por instantes breves, en los pocos segundos que tienen para internarse en un juguete o un pesebre y soñar con los mundos que se forman en torno al posible y deseado regalo, hasta que llega el tirón de mamá o papá para seguir caminando, bajarse del automóvil o del ómnibus y correr al ritmo de todos los padres “responsables”, que odian la navidad por el asunto de “tener que regalar algo”. A veces los niños nos miran a los adultos con un gran signo de interrogación en sus caritas, como diciendo ¿por qué estás enojado si es navidad, y tu dices que en navidad es cuando se debe estar alegre y ser buenos?...No hay respuesta para eso de parte de nosotros, solo el clásico, “es que debo hacer tantos regalos y hay tanta gente en las calles y no sé si me alcanza el dinero, además está la cena con la familia, es todo tan cansador y agobiante, que detesto la navidad”. Se nos olvidó la navidad, se nos olvidó por completo, nadie se acuerda de nada. Los pocos que hacen lo que es propio de estas fechas son cada vez menos. Recuerdo que en tiempos de mi niñez las calles se adornaban profusamente casi un mes antes de la celebración, había pesebres por todos los lugares, es más, hasta había de tamaño natural o con seres humanos y animales. Era muy hermoso impregnarse de esto durante todo un mes. La televisión y la radio hacían mención a cada instante de la navidad, la música de las propagandas de todo tipo, era con villancicos, todo un mundo lleno de magia, como es el mundo de los niños, especialmente en estas fechas. Todos nos sentíamos especiales, pues se recordaba el nacimiento de otro niño de un igual, y eso, nos daba la seguridad que esta era nuestra celebración y para ello vendrían los juguetes y ese personaje, que no es igual a como lo describen o intentan representar los adultos, sería el encargado de dejárnoslos a los pies del pesebre. Esa noche nos dormíamos con una sonrisa y escuchábamos casi dormidos ya, muy a lo lejos, el tintinear de los cascabeles del trineo mágico de el pascuero. Nuestros padres iban por la noche y nos daban un beso asegurándonos que en cuanto pasara el pascuero nos avisarían para poder verlo y pedirle el o los juguetes soñados. Nadie competía por mostrar el regalo más caro, los padres no se preocupaban de tener la cena más fastuosa ni haber regalado lo más caro y exclusivo, para ufanarse de ellos frente a los otros adultos. Era importante estar en casa, con todos los tuyos viviendo estos momentos mágicos, comiendo golosinas y dulces que en otras épocas del año estaban un poco más prohibidos. La navidad era la celebración de la NATIVIDAD de Jesucristo, la llegada a este mundo de un niño especial, como lo son todos para sus padres, la llegada de un regalo de Dios. No se competía por nada, era de mal gusto, había más pesebres que ramas mutiladas, de algún pino inocente, adornada con luces y colgajos. En algunas casas de mi barrio se adornaban los árboles autóctonos y era el pesebre el lugar de reunión, no la TV u otro lugar sin sentido. La magia de la navidad lo invadía todo, y al día siguiente no se mostraban los juguetes, se compartían y se creaban nuevos juegos y se hacían nuevos amigos. Hoy por la tarde en toda la ciudad, las personas luchaban por comprar los presentes, hacían denodados esfuerzos por comprar lo top, lo mas de moda, mas que para regalarlo, para cumplir con lo que todo los publicistas y nosotros mismos nos hemos convencido, comprar para demostrar que somos exitosos, comprar para quedar bien no con sus niños y familia, sino con los demás, que todos queden admirados y ojala envidiosos de nuestra capacidad económica. Que tristeza más grande ver la carita desconcertada de los niños, por la histeria, neurastenia y mal humor que esto provoca en los adultos. A todos se les olvidó que esta fecha es de ellos y no una fecha para demostrar lo capaces y por lo mismo admirables personas que somos no importando a que costo. Después de ver esto decidí venirme a mi casa, para llamar temprano a los que quiero y desearles felices fiestas. Bajé al metro y la cajera mientras me vendía el ticket hablaba emocionada por teléfono con su hijo y le prometía que llegaría a tiempo a casa. Esta situación me hizo pensar en algo que casi nadie toma en cuenta hoy en día, es decir, la gran cantidad de personas que no estarán en casa para celebrar la navidad con los suyos, y son estas personas, las que sin duda valoran y ven la navidad con el verdadero sentido que tiene, porque ellas están a esa hora en un hospital, un departamento de bomberos, una estación de policía, un avión, un barco en medio de la mar océano, un recinto militar, un ómnibus, un tren, un metro subterráneo, un hotel, un aeropuerto, una fábrica, una mina, una cárcel, un asilo, etc., trabajando para hacer un poco mas segura y llevadera la vida de los demás, a costa de su sacrificio, del no poder estar con sus hijos y familia. Estas personas si sienten el verdadero valor de la navidad, así es que, para ellos, para todos los que no estarán con su familia en esta noche, una muy feliz navidad, pues no están solos, acaba de nacer un niño que les alegrará el corazón y como el de estás personas está con los suyos, estarán en su hogar, porque Hogar, es donde tienes tu corazón. Que la paz sea en nuestros corazones, para que haya verdadera paz en el mundo.

sábado, diciembre 3

Ochenta y cinco giros de promedio

Imágen del sitio público:

Me he quedado solo estos últimos días, “las musas se han apartado de mí, andarán de vacaciones”, como dice el gran Joan Manuel Serrat.
También hay una frase del gran literato uruguayo Benedetti, “a veces se está solo, a pesar de estar entre miles”.
Sirve para muchas cosas el pasar estos largos momentos de soledad, entre otras saber quienes están cerca de uno, comprobar cuales son los amigos de verdad, esos que uno no llama cuando está triste, vienen solitos, esos que no te dan consejos, actúan, te ayudan con actos a pasar el mal momento y después te abrazan con una mirada o con el gesto en sí. Como es archisabido, son pocos, caben en los dedos de la mano.
Una soledad bien manejada es muy saludable y también te puede llenar de alegría, porque ves que en realidad no estás solo, muy por el contrario, hay todo un universo que nos acompaña, al que miramos a cada instante pero que no vemos, el cual se regala generoso a pesar de nuestra indolente actitud de indiferencia, que no es por justificar, pero tiene una simple y clara explicación, es la resultante del pentotal electrónico social, al que nos vemos expuestos todos los días y a cada instante, con nuestro mas explícito, cómodo y despreocupado consentimiento.
Durante estos días, después de haber estado por algunos momentos con una amiga y un amigo de verdad, desconecte mi atención de todo lo rutinario, incluidos algunos problemas que hacían la mochila mas pesada de lo normal, los dejé de lado y me dediqué solo a estar, para que las imágenes y pensamientos mas diversos pasaran por mi libremente, también las sensaciones y sentimientos que esto conlleva. Parecía que la mochila de problemas y situaciones desagradables se hacía mas y mas pesada, inaguantable por momentos, produciendo esa sensación de molestia y de dejarse abatir al mismo tiempo, lo que hace que uno termine irascible y cansado mental y físicamente. Después de esas sensaciones, viene una serenidad muy profunda y el cansancio se refleja en cada parpadeo, se siente el cuerpo como hoja seca en otoño, de esas que uno pisa y se resquebrajan en miles de fragmentos.
El sol atravesando el follaje de los árboles me distrajo y me tranquilizó extrañamente, para luego sentir el cansancio diferente, igual al que sentimos después de una sesión en el gimnasio, ese que es acompañado con un sutil calorcillo que va en aumento y te energiza.
Es ahí cuando te das cuenta, en sentido figurado, que tus espaldas han crecido, estás mas ancho de hombros y al caminar tus brazos y piernas parecen más fuertes, siente un vigor inusitado y una serenísima paz que te invade totalmente, haciendo que aparezca ese entorno natural que se te regala a borbotones como una vertiente de agua pura y cristalina. Es verdad que no haz solucionado ningún problema, pero la perspectiva y las soluciones que se te vienen son impresionantemente efectivas y el alma te sonríe, exactamente igual a como lo hace cuando pasas un entrenamiento o una prueba muy difícil con éxito, siendo los resultados, de esta experiencia tan agobiante, una nueva herramienta para tu quehacer diario y tu manera de ver la vida en general.
Es tan así, que parece un despertar, un volver de la somnolencia que te produce la anestesia, solo que esta anestesia, es la manera de ver y vivir la vida hasta ese momento. Tampoco es una autosugestión, o sentirse vencedor en una guerra privada entre uno y el mundo, o que todo está bien por arte de magia. Por el contrario, es despertar, es estar atento a todo, en especial sobre lo que antes era común y pasaba inadvertido, la vida en todo su esplendor, que generosa se muestra en los amaneceres, los medio días, el calor del verano que se avecina, los atardeceres, las noches frescas, el reflejo de lo que sucedió hace cuatro o cinco años luz atrás (o adelante) en las estrellas más cercanas a la tierra, al ver en el cielo nocturno su luz titilar al viajar hacia nosotros, la risa del agua en una fuente, los besos frescos que te da la brisa, etc.
Es inevitable el sentirse afortunado y no es un conformismo autosugestivo, porque la naturaleza ES, y eso no lo podemos cambiar, así es que, querámoslo o no, somos parte de ella, como ella es parte nuestra.
Cuando esta verdad nos invade, todo lo que hemos inventado, hecho o creado para vivir en este sistema social, no pasa de ser una herramienta, que bien usada nos ayuda a darnos tiempo para nosotros y palpar todo esto con mayor claridad, permitiéndonos, si no nos sumergimos en este modo de vivir artificial, admirar y sentir lo verdadero, lo real y trascendente, diluyendo este pentotal que dejamos que nos corroa e invada SIEMPRE, circunscribiéndonos a un tipo de mundo falso y nocivo, coartándonos toda posibilidad de vida auténtica y libre, como nuestro albedrío.
Después de esta vivencia, uno está tan despierto que se da cuenta que no está solo, la vida en sí misma te llena y te cobija, te hace entender en donde estás, que pequeño eres como ser, pero también cuan único y maravilloso, porque eres parte de un todo y uno, en si mismo es un todo, un universo, con átomos como sistemas solares, células como galaxias, brillo en tus ojos como soles, sangre en tus venas como agua en los ríos, músculos como lomas y montañas, cabellos como césped de la sabana, corazón palpitando como volcán, todo esto y mucho mas concentrado en un pequeñito ser, que habita en un planeta azul, brillante y frágil, que gira alrededor de una estrellita llamada Sol, en la cola de una pequeña galaxia llamada Vía Láctea. Un ser que vive en este estado, un promedio de a penas 85 giros de su planetita al rededor de su estrella, es decir, en el espacio tiempo del universo, es como la fracción de segundos que brilla una chispa en el aire, al saltar de una fogata.
No se puede perder este tiempo valioso en estado de ser humano, con envidias, guerras, hambre de un poder efímero y por lo tanto inexistente, esclavos de nuestras invenciones materiales, cuando en realidad hay tanto que descubrir, aprender y sentir, tantas cosas realmente importantes y valiosas, en lugar de hacernos a nosotros mismos y los demás la vida miserable y llena de problemas, mal usando nuestro gran tesoro, la existencia como ser humano.
VIVAMOS no nos adormilemos con lo que hemos inventado para nuestro bienestar, al terminar esclavos de estas invenciones, léase sistemas económicos, tecnología de punta dañina, éxito económico sin una base sólida, sacrificándo nuestros recursos naturales y a nosotros para lograr que funcionen, y ser, autoindulgentes con nosotros y el segmento social en el que nos encontramos, ya sea como países o personas. En esto no hay éxito, no hay bondad, no hay nada bueno ni belleza de ningún tipo ni menos proyección de vida verdadera y real.
A modo de ejemplo, si miramos el galope de un caballo o el vuelo de una ave, son perfectos, tanto, que ni el mejor ni el más caro de los automóviles o aviones, podrá jamás igualarlo ni menos superarlo, entonces, ¿por qué flagelarse tratando de obtener los recursos económicos, o abusando de uno mismo y los demás para obtener estas futilidades haciendo aún más inútil todo el esfuerzo empeñado?, especialmente sin siquiera disfrutar de la comodidad que nos pueden brindar, sino usarlos como un instrumento para ufanarnos frente a nuestros vecinos o los que se hacen llamar nuestros amigos.
No olvidemos que son solo 85 giros de promedio alrededor del Sol, no los desperdiciemos y demos el verdadero sentido a la palabra vivir, aprovechando al máximo nuestro tiempo en este lugar, porque 85 giros de promedio, es menos que un parpadeo del universo.