sábado, diciembre 3

Ochenta y cinco giros de promedio

Imágen del sitio público:

Me he quedado solo estos últimos días, “las musas se han apartado de mí, andarán de vacaciones”, como dice el gran Joan Manuel Serrat.
También hay una frase del gran literato uruguayo Benedetti, “a veces se está solo, a pesar de estar entre miles”.
Sirve para muchas cosas el pasar estos largos momentos de soledad, entre otras saber quienes están cerca de uno, comprobar cuales son los amigos de verdad, esos que uno no llama cuando está triste, vienen solitos, esos que no te dan consejos, actúan, te ayudan con actos a pasar el mal momento y después te abrazan con una mirada o con el gesto en sí. Como es archisabido, son pocos, caben en los dedos de la mano.
Una soledad bien manejada es muy saludable y también te puede llenar de alegría, porque ves que en realidad no estás solo, muy por el contrario, hay todo un universo que nos acompaña, al que miramos a cada instante pero que no vemos, el cual se regala generoso a pesar de nuestra indolente actitud de indiferencia, que no es por justificar, pero tiene una simple y clara explicación, es la resultante del pentotal electrónico social, al que nos vemos expuestos todos los días y a cada instante, con nuestro mas explícito, cómodo y despreocupado consentimiento.
Durante estos días, después de haber estado por algunos momentos con una amiga y un amigo de verdad, desconecte mi atención de todo lo rutinario, incluidos algunos problemas que hacían la mochila mas pesada de lo normal, los dejé de lado y me dediqué solo a estar, para que las imágenes y pensamientos mas diversos pasaran por mi libremente, también las sensaciones y sentimientos que esto conlleva. Parecía que la mochila de problemas y situaciones desagradables se hacía mas y mas pesada, inaguantable por momentos, produciendo esa sensación de molestia y de dejarse abatir al mismo tiempo, lo que hace que uno termine irascible y cansado mental y físicamente. Después de esas sensaciones, viene una serenidad muy profunda y el cansancio se refleja en cada parpadeo, se siente el cuerpo como hoja seca en otoño, de esas que uno pisa y se resquebrajan en miles de fragmentos.
El sol atravesando el follaje de los árboles me distrajo y me tranquilizó extrañamente, para luego sentir el cansancio diferente, igual al que sentimos después de una sesión en el gimnasio, ese que es acompañado con un sutil calorcillo que va en aumento y te energiza.
Es ahí cuando te das cuenta, en sentido figurado, que tus espaldas han crecido, estás mas ancho de hombros y al caminar tus brazos y piernas parecen más fuertes, siente un vigor inusitado y una serenísima paz que te invade totalmente, haciendo que aparezca ese entorno natural que se te regala a borbotones como una vertiente de agua pura y cristalina. Es verdad que no haz solucionado ningún problema, pero la perspectiva y las soluciones que se te vienen son impresionantemente efectivas y el alma te sonríe, exactamente igual a como lo hace cuando pasas un entrenamiento o una prueba muy difícil con éxito, siendo los resultados, de esta experiencia tan agobiante, una nueva herramienta para tu quehacer diario y tu manera de ver la vida en general.
Es tan así, que parece un despertar, un volver de la somnolencia que te produce la anestesia, solo que esta anestesia, es la manera de ver y vivir la vida hasta ese momento. Tampoco es una autosugestión, o sentirse vencedor en una guerra privada entre uno y el mundo, o que todo está bien por arte de magia. Por el contrario, es despertar, es estar atento a todo, en especial sobre lo que antes era común y pasaba inadvertido, la vida en todo su esplendor, que generosa se muestra en los amaneceres, los medio días, el calor del verano que se avecina, los atardeceres, las noches frescas, el reflejo de lo que sucedió hace cuatro o cinco años luz atrás (o adelante) en las estrellas más cercanas a la tierra, al ver en el cielo nocturno su luz titilar al viajar hacia nosotros, la risa del agua en una fuente, los besos frescos que te da la brisa, etc.
Es inevitable el sentirse afortunado y no es un conformismo autosugestivo, porque la naturaleza ES, y eso no lo podemos cambiar, así es que, querámoslo o no, somos parte de ella, como ella es parte nuestra.
Cuando esta verdad nos invade, todo lo que hemos inventado, hecho o creado para vivir en este sistema social, no pasa de ser una herramienta, que bien usada nos ayuda a darnos tiempo para nosotros y palpar todo esto con mayor claridad, permitiéndonos, si no nos sumergimos en este modo de vivir artificial, admirar y sentir lo verdadero, lo real y trascendente, diluyendo este pentotal que dejamos que nos corroa e invada SIEMPRE, circunscribiéndonos a un tipo de mundo falso y nocivo, coartándonos toda posibilidad de vida auténtica y libre, como nuestro albedrío.
Después de esta vivencia, uno está tan despierto que se da cuenta que no está solo, la vida en sí misma te llena y te cobija, te hace entender en donde estás, que pequeño eres como ser, pero también cuan único y maravilloso, porque eres parte de un todo y uno, en si mismo es un todo, un universo, con átomos como sistemas solares, células como galaxias, brillo en tus ojos como soles, sangre en tus venas como agua en los ríos, músculos como lomas y montañas, cabellos como césped de la sabana, corazón palpitando como volcán, todo esto y mucho mas concentrado en un pequeñito ser, que habita en un planeta azul, brillante y frágil, que gira alrededor de una estrellita llamada Sol, en la cola de una pequeña galaxia llamada Vía Láctea. Un ser que vive en este estado, un promedio de a penas 85 giros de su planetita al rededor de su estrella, es decir, en el espacio tiempo del universo, es como la fracción de segundos que brilla una chispa en el aire, al saltar de una fogata.
No se puede perder este tiempo valioso en estado de ser humano, con envidias, guerras, hambre de un poder efímero y por lo tanto inexistente, esclavos de nuestras invenciones materiales, cuando en realidad hay tanto que descubrir, aprender y sentir, tantas cosas realmente importantes y valiosas, en lugar de hacernos a nosotros mismos y los demás la vida miserable y llena de problemas, mal usando nuestro gran tesoro, la existencia como ser humano.
VIVAMOS no nos adormilemos con lo que hemos inventado para nuestro bienestar, al terminar esclavos de estas invenciones, léase sistemas económicos, tecnología de punta dañina, éxito económico sin una base sólida, sacrificándo nuestros recursos naturales y a nosotros para lograr que funcionen, y ser, autoindulgentes con nosotros y el segmento social en el que nos encontramos, ya sea como países o personas. En esto no hay éxito, no hay bondad, no hay nada bueno ni belleza de ningún tipo ni menos proyección de vida verdadera y real.
A modo de ejemplo, si miramos el galope de un caballo o el vuelo de una ave, son perfectos, tanto, que ni el mejor ni el más caro de los automóviles o aviones, podrá jamás igualarlo ni menos superarlo, entonces, ¿por qué flagelarse tratando de obtener los recursos económicos, o abusando de uno mismo y los demás para obtener estas futilidades haciendo aún más inútil todo el esfuerzo empeñado?, especialmente sin siquiera disfrutar de la comodidad que nos pueden brindar, sino usarlos como un instrumento para ufanarnos frente a nuestros vecinos o los que se hacen llamar nuestros amigos.
No olvidemos que son solo 85 giros de promedio alrededor del Sol, no los desperdiciemos y demos el verdadero sentido a la palabra vivir, aprovechando al máximo nuestro tiempo en este lugar, porque 85 giros de promedio, es menos que un parpadeo del universo.

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