Imagen de sitio público: Como dije antes, se habían consumido un par de cigarrillos y me estaba ganando un analgésico con tanta pregunta y sentimientos encontrados, cuando al escuchar el saludo de un niño de no mas de cuatro años de edad, que lo hizo solo por la alegría de saludar y encontrar respuesta a su gesto, me hizo dar cuenta que el por qué de todas las interrogantes, estaba en lo más sencillo del mundo, como se ve uno a si mismo.
Si por que así uno ve a los demás, así se proyecta como ser humano, así lo ven los demás y descubre cuáles son los parámetros en los que uno basa su existencia, que es lo de valor en uno, en las personas y en la vida que se habrá de llevar.
Lo complicado es asumirlo, porque esto lo vamos enterrando día a día hasta diluirlo, gracias a que los parámetros por los cuales nos estamos rigiendo hoy en día, no tienen nada que ver con nuestro ser, priman los antivalores, la cosa superficial y efímera, basada en lo material, entiéndase, la posesión de cosas, sitiales profesionales y el éxito económico tomado como lo único que nos hace respetables frente a la sociedad, etc.
A modo de ejemplo, cuando a alguien, hombre o mujer, se le pregunta quien es, responde de inmediato soy ingeniero, soy asistente ejecutivo, soy doctora, etc. Confundimos el SER, con algo tan simple como la profesión u oficio que desempeñamos, la que no es más que una herramienta para vivir en el sistema de sociedad que hemos creado. Entonces un entrenamiento de algunos años, nos transforma en la representación viva de una labor a ejecutar, de ahí que nuestros valores y parámetros se trastoquen y muten, transformando todo nuestro entorno y a nosotros mismos.
Nos convertimos en unos hacedores de dinero y vivimos en función de esta herramienta, (la profesión o el trabajo), no para que esta cumpla la labor para la que fue creada, sino, para nosotros hacerla crecer esclavizándonos en este afán y estúpidamente cobijarnos en ella y basar nuestra valía como seres humanos en el éxito que tengamos para lograrlo.
Esta actitud no es racional. No es lógico, que si nos despreocupamos del elemento dinero como objetivo de vida, esto nos haga ser nadie, en nuestra valoración como personas dentro de la sociedad, tanto frente a las demás personas (que también solo usarían esto como factor de análisis para vernos como su igual o prójimo), como frente a nuestras parejas o cónyuges y lo mas triste, frente a nosotros mismos, que nos hemos embebidos de un falso estándar de excelencia, para valorizarnos y ser valorados como seres humanos y como personas.
Significa esto que TODO, hasta lo más sagrado, nuestro SER, nuestros sentimientos, queden afectos a la influencia de lo material, que insisto, no es más que una herramienta para hacer funcionar esta forma de organizarnos para vivir.
Hoy día, pareciera ser que, ya no permitimos que aflore la pureza de sentir con todo nuestro ser, al amar a alguien y que fruto de ese amor se crezca como persona y ser humano, que si ese sentimiento fructifera en el ámbito pareja, otro ser humano llegue a este mundo, que amemos a alguien por como es, por sus características basadas en la manera de ver sentir y vivir la vida, por como se proyecta y ve a si mismo y a los demás, por que tipo de ser será para cobijar y guiar a una nueva vida al unirse libremente con uno, por su ternura, por su armonía entre su interior y exterior, por sus valores y principios que determinarán que es lo realmente importante en la vida, por ser capaz de amar de verdad y dejar que este sentimiento lo guíe en todo su accionar, etc.
Todo esto que alguna vez pensamos y sentimos en los primigenios días de nuestra existencia, lo estamos borrando, como si en lugar de corazón tuviéramos un disco duro. Gastamos nuestras energías en convencernos a nosotros mismos y a los demás que nunca han existido estos parámetros y solo importa el éxito que significa poseer cosas y por añadidura personas.
Tal vez en algún tiempo más, en lugar de dejar constancia social del amor que nos une como parejas, firmemos un contrato en una notaría, escribanía o juzgado, como si fuera un negocio vivir en pareja y terminemos indicando los deberes y derechos de cada uno, de manera tan aberrante, como por ejemplo, indicar día hora y frecuencia con que se “hará el amor” (solo por darle un nombre sutil, pues será solo sexo negociado y no una expresión de amor o atracción del uno por el otro), derechos de dinero para inversión en el lugar a compartir, entiéndase casa habitación (porque hogar es donde reside y florece nuestro amor y en este caso no existe) y una serie de otros reglamentos tan tergiversados como estos.
La desvalorización absoluta de nosotros hacia nosotros mismos y por consiguiente, la degradación encubierta y la actitud degenerada enmascarada de racionalidad, pues emerge de algo banal y efímero como los logros materiales no importando a que costo o de que manera se obtengan, es lo que hoy emerge como parámetros de búsqueda de la felicidad de vivir en pareja, matando lo que realmente importa, los sentimientos y valores basados en ellos. Barnizamos esta manera de vivir la vida, diciendo que estamos enamorados o que esto es lo que esperamos encontrar en quien sea el objeto de nuestro amor.
Nos estamos adormilando, coartándonos nuestra libertad, encerrándonos en esta manera de ver y vivir la vida, en resumen mutilándonos la principal característica que tenemos como seres, nuestro libre albedrío para sentir amar y vivir la vida.
Amemos sin condición, solo por el placer de hacerlo, solo por ver feliz de sentir nuestro amor, a quien se ha ganado nuestro corazón. Seamos valientes, asumamos lo que siempre pensamos desde niños o adolescentes y no lo ocultemos detrás de esta nueva manera de vivir, tan débil, por estar cimentando nuestra existencia en futilidades. Seamos fuentes generadoras de amor y que el fruto de este sentimiento guíe con fuerza y de manera libre nuestra vida terrena y la de los que la comparten con nosotros. Volvamos a sentir la calidez de un abrazo fraterno, la dulcedumbre de una mirada amiga, la sublimidad pasional de un beso de quien amamos y nos ama, la belleza de los silencios compartidos que son el lenguaje del corazón y la explosión de vida que lleva la pasión surgida del amor.-
El Poema 14 de la obra del poeta chileno Pablo Neruda, Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada, refleja toda la belleza del amor de verdad y por ende de la vida, nacida y enraizada en el amor.-
Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Pablo Neruda
Poema XIV
Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita
que aprieto como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.