domingo, octubre 30

Oculto en Viernes

¡¡¡ Es viernes, último día de la semana!!! Pasará rápido el día, pero a medida que avanza se hace lento. Parece que todos están igual de deseosos por terminar sus quehaceres, que lleguen las 6 de la tarde y a disfrutar de un fin de semana, pero nos vamos poniendo barreras los unos a los otros y terminamos haciéndonos las cosas más difíciles. Son las dos de la tarde, faltan algunas horas para terminar el día de trabajo y ya me he dado por vencido, dejó de ser especial el viernes solo es un día mas. Me sumerjo en todo lo inherente al trabajo y eso llena mis pensamientos. Por inercia subo al vagón del Metro atestado de público, los estudiantes bulliciosos hacen mas alegre el ambiente adulto tan lleno de severidad y cansancio. Me hacen recordar por un instante, días jóvenes, plenos de ideas frescas, sueños por plasmar y sentimientos por vivir.
Miro el reloj, el zumbido de las puertas me indica que ya han pasado dos estaciones y que voy a tiempo para la reunión. Una pareja de adolescentes se miran a los ojos y se prometen sin hablar. Un aroma femenino emana desde la puerta cercana, muy sutil, casi imperceptible.
Entre la reunión y sus bemoles, la veo, es la dueña de ese perfume, lleva un libro bajo el brazo, un echarpe sobre los hombros y su cabello ensortijado cae en cascadas sobre su espalda. Se mueve ágil y grácil para contrarrestar el vaivén del vagón. Los jeans delinean su figura, destacándola (para mi) entre todos los demás. Sus ojos claros, grandes, profundos y expresivos pasan sobre mí, no me ve, y vuelve la mirada a las páginas de su libro. Absorta en su lectura, a veces esboza una sonrisa luminosa.
La miro desde lejos y todo al rededor ha desaparecido, el bullicio, los pasajeros, mi ropa formal todo se desvaneció, me he trasladado a otro tiempo mas límpido, más lleno de vida. El sonido de las puertas me trae de regreso, debo hacer trasbordo pero no quiero. Mi mayor deseo es seguir, acercarme, sonreírle agradecido, por traer a mi mejor yo de regreso, mostrarle cuanto bien y belleza es capaz de transmitir y así ganarme su sonrisa. Mi celular repica insistente, miro al piso y salgo como autómata, ella también baja, me roza al pasar pidiéndome disculpas cuando delinea una sonrisa, y nos abrimos paso por entre el tumulto. El celular vuelve a repicar, intento contestar subiendo las escaleras de trasbordo, siento una mirada potente desde lo alto, respondo la llamada - me esperan para la reunión - ojalá que ella no haya seguido hacia la salida - respondo que ya estoy por llegar - miro hacia lo alto, ella ya está en la salida.
Todo vuelve a ser “agobiantemente normal". Por esos escasos minutos salió mi yo más integro, más puro y quedó indefenso sin ella, entonces hice lo que todos, lo volví a recluir muy adentro, hundiéndolo dentro de mi y tapándolo con todos los detalles que tiene la vida "de pies bien puestos en la tierra".
Pero este yo, por muy indefenso que parezca, no es menos fuerte, y a veces, aflora y me lleva a los mundos reales haciendo que la cotidianeidad sea menos áspera. Se parece a la lluvia que baña la calle y los árboles limpiando el aire, que de nuevo me trae el aroma de ese perfume que ya es solo un recuerdo, que se aleja raudo y no lo puedo retener.- Las sensaciones urbanas también tienen una chispa de magia.