miércoles, abril 18

El Laberinto del Fauno

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Esta película escrita y dirigida por Guillermo del Toro (El Espinazo del Diablo, Mimic, Blade II, etc.), nos introduce al inicio de la historia en un verdadero laberinto, lleno de hadas y faunos en un bosque encantado, solo percibido por Ofelia. Hasta ahora el relato no va a ninguna parte, y eso es lo encantador en sus inicios, casi como cumpliendo con lo que se nos vende en los tráiler y sinopsis y a la vez preparándonos para lo que vendrá.
Poco a poco Del Toro, nos introduce en la trama que pareciera ser la definitiva, la España de post guerra, tal vez en esto se le va un poco el hilo conductor, desde un mundo de fantasías a una realidad política y social, que finalmente logra ser la plataforma para que cada uno de los personajes, de esta realidad tangible, entreguen su aporte al devenir de los personajes del mundo fantástico que vemos junto a Ofelia.
En este laberinto de realidades, Del Toro casi logra una perfecta comunión de ambas, el poder de la bondad y pureza de corazón, por sobre la obnubilada visión del mundo de todos los humanos que forman parte del mundo “real” de Ofelia, aunque ella pertenece, según el fauno se lo hace ver, al verdadero mundo, el que llamamos de ilusiones, que es el mas trascendente pues ese será el que salve a toda la humanidad y al planeta.
La trama no cae en lugares comunes, o en situaciones con finales felices o lógicos, muy por el contrario, hay una destrucción total del mundo de la fantasía, sostenida por la ceguera de los seres humanos con sus verdades a medias, bajezas y aberraciones en pos del poder, que logran traspasarse al mundo ilusorio, arriesgando, a este último, a fenecer.

Por otra parte, en la superficie de aquellos personajes que están condenados a sufrir en esta realidad de post guerra, se muestra lo que es finalmente la fuerza de los “débiles”, (la ama de llaves, el doctor y la propia Ofelia) que soportan con estoicismos al, tal vez, mas aterrador de todos, el capitán fascista ebrio de poder, alimentado por sus propios miedos inseguridades y bajas pasiones y carcomido por una violencia reprimida, que nos lleva al mundo mas aterrador y espeluznante que se pueda esperar, el cual lo terminará destruyendo con un poco de cooperación de los perseguidos y asolados por el mismo. (Impacta la respuesta de Mercedes, en la escena cuando Vidal es ajusticiado, al pedir que lo describan a su hijo recién nacido como un hombre valiente).

El sacrificio de Ofelia, no es mas que la comprobación del por qué de la existencia de todos los personajes y solo para nosotros se muestra el descenlace lógico en el mundo de ensueños, como también la necesidad de que sucediera todo como se desarrolla en el film.
Un muy buen filme de Del Toro, que logra hacernos recordar cuentos y leyendas alguna vez leídos, devolvernos a mundos de ilusiones inesperados. Tal vez la maestría la vemos en la capacidad de mostrarnos que toda esa fuerza de maldad, no hace mas que fortalecer y renacer a Ofelia y su mundo de fantasía, ya al final cuando todo esta destruido al menos en el mundo real, renace de manera diferente pero no por ello menos verdadera y fortalecida, sin extraer de esto algún tipo de mensaje moral o moraleja típica de narraciones comunes, sino sumergirnos en un nihilismo y universos únicos.
La fotografía, el maquillaje y la genial dirección artística (ganadoras de sendos Oscares) son el ejemplo de mayor arte como tal, pues refuerzan al film como un todo y entregan el escenario ideal para el lucimiento de cada uno de los actores, en especial al capitán Vidal (Sergi López), Ofelia (Ivana Baquero), Dr. Ferreiro (Alex Angulo), Mercedes (Maribel Verdú) y un creíble y dual Fauno (Doug Jones).

La belleza esta en lo simple y la fuerza en la bondad y la inocencia.-

miércoles, abril 4

Semana ¿santa?



Hace algún tiempo ya, un jueves para ser exacto, sin importarme como EL estaba, solo preocupado por mis pequeños dolores, rabias, neurastenias, pequeñas soberbias y total ceguera de lo que sucedía y sucede a mi alrededor, le pregunté ¿por qué los dolores, la maldad y todo el sufrimiento en el mundo?, ¿en donde estaba el amor?, y si realmente me amaba y a todo el mundo también (¡por supuesto muy inmerso en el individualismo, uno primero!).
EL venía triste, agotado, sudoroso, dolido como hoja seca en otoño, pero yo insistí, me miró con ese mismo rostro de arriba y me respondió que sí. Me dijo que el amor estaba en cada uno de nosotros, que no lo escondiéramos, que nos lo entregáramos los unos a los otros, especialmente a aquel semejante que no nos quiere ni que queremos, porque o si no, ¿que valor tenía amar a los que siempre amamos y conocemos?
El viernes lo golpearon, lo escupieron, lo defecaron, lo orinaron en sus heridas físicas que manaban sangre a borbotones, se cansaron de flagelarlo, se rieron de EL, se reían de su voz entrecortada de dolor, cuando pedía al padre que los perdonara a todos aquellos, hasta que su cuerpo no soportó mas y se detuvo.
Tenía extendidos los brazos como si nos estuviera abrazando para describirnos cuánto nos ama.
El sábado me sentí solo, atribulado, arrepentido, poca cosa, entonces entendí, no cualquiera tiene la valentía, la inteligencia de amar sin condición ni negociación (siempre justificamos esto último con el tener los pies en la tierra), hay que ser extremadamente fuerte para poder hacerlo, porque todos podemos, todos sin excepción, pero no somos capaces de llevarlo a cabo, nos arrancamos a perdernos, nos negamos a nosotros mismos el que podemos y somos capaces de amar (de verdad), a veces nos ahorcamos en el árbol del egoísmo y nos arropamos en nuestro templo sagrado del materialismo y la soberbia social, intelectual y espiritual.
Por eso tal vez, nos vamos de vacaciones a reírnos, a burlarnos a golpearnos a bañarnos en nuestras propias aguas servidas como sepulcros blanqueados.
El domingo estamos agotados, hemos cumplido con ir a cualquiera de los ritos o misas de cualquiera de las religiones que hablan de EL, por eso estamos agotados, nos hemos refugiado como Caifaces en nuestros ritos, escrituras y pensamientos, a pesar de que nuestro templo sagrado del materialismo, la soberbia, el egoísmo y la maldad pestilente, el viernes se desgarró y partió en tres. Que vamos a hacer, ya es domingo y mañana lunes nos preguntaremos ¿por qué el mundo es tan triste y cruel?, ¿por qué las cosas no nos resultan a nivel personal y de sociedad?
Apuntalamos nuestro sagradísimo templo, con los pilares de siempre, los de barro como si eso fuera la solución y se nos olvida que EL, está aquí, en todo lugar, en toda época, aún en medio de la indiferencia contumaz de todos nosotros.
Se nos olvida que hemos venido a hacer la tarea de evolucionar y no a que nos haga la tarea. EL lo dio todo, absolutamente todo para que aprendiéramos, para que miráramos con el corazón sus enseñanzas y actuáramos en consecuencia, y aun nos mira con la serenidad del amor mas puro, así es que, ¿Felices vacaciones de semana santa?, solo de nosotros depende, porque no somos dignos, solo una palabra y bastará para sanarnos, pero debemos asumirlo.
Que la preocupación por el traje que luciremos en la misa, la liturgia o cualquier otro de los ritos religiosos de semana santa, no nos impida absorber la santidad de esta semana y por lo mismo el gran regalo y enseñanza que de por si ES.-
La pasión del Cristo, una fidedigna representación de lo que somos, en igual, mayor o menor escala (leer a Flavio Josefo o a Heródoto), porque poco o nada hemos cambiado desde aquellos tiempos.
La brutalidad y la ceguera espiritual y humana siguen igual. Será que no queremos asumir que está en nuestra mano, en nuestro día a día cambiar y darnos el tiempo de entender y entendernos, desde adentro, sin obnubilaciones provocadas por lo externo, reflejarnos en los demás, descubrirnos a nosotros mismos y perdonarnos, no crucificarnos.-